lunes, 11 de febrero de 2008

Confesiones II


El miedo y Yo
En el principio era el miedo y de él se desprendieron todas las emociones humanas. De él nació la ira y la complacencia, la tristeza y la cobardía, y la egolatría, también la egolatría surgió del miedo.

Yo lo empecé a sentir hace más años de los que quiero recordar, acomodándose a mis pies mientras dormía, esperándome cuando despertaba; en las mañanas era un salto súbito que daba el corazón y a veces era también una palabra que se ahogaba en la garganta y me asfixiaba antes de nacer.

El miedo es una fuerza inmaterial que lo llena todo pero también se transforma en símbolos particulares que lo reflejan. Está el miedo aterrador que explotaban Hitchcock y sus sucesores a las puertas cerradas; el miedo irracional y obsesivo de Cocó Chanel a morir en la oscuridad de la noche; el mismo miedo que sentía Nerón cuando pidió ayuda para escapar de sus verdugos a un guardia imperial que le contestó con un verso de Virgilio: “¿Tan difícil es, pues, morir?”. Está el miedo al futuro, miedo a recordar el pasado, miedo a lo desconocido, al rechazo, al amor…Todo está hecho de miedo.

Dentro de mí, el miedo alteró sus formas con el tiempo pero su intensidad nunca varió. Lo más cerca que estuve de enfrentarlo fue una noche en que soñé que él, la fuerza invisible que no se muestra pero se percibe, se volvía un mar ansioso de mí que me arrastraba hacia sus profundidades mientras yo luchaba por mantenerme en su orilla. La batalla quedó inconclusa, desperté.

Pero sé que volverá a ocurrir alguna vez. Porque todavía hoy, mientras miro estas letras y mi mano se niega a detenerse para no quedar a solas frente a él, todavía hoy puedo sentirlo; tengo miedo.

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