martes, 5 de mayo de 2015

Guía de Viaje IV: Zurich


Zurich, Suiza, Octubre de 2005.

Para empezar, en mi arbitraria percepción del mundo lo primero que se me ocurrrió es que Zurich no es Suiza.  Zurich no tiene nada que ver con Suiza.  Zurich es Londres. Mucho más elegante, más pequeña y más limpia, pero mantiene la esencia.

La vida nocturna es increíble si se le compara con el resto del país. En la tarde ya había cantidades de personas en las calles pero de noche toda la gente joven que no había visto en otras ciudades salió a la calle y lo invadió todo;  Orientales, gente de raza negra, europeos del sur del continente, latinos, grupitos de adolescentes buscando problemas en la noche, todos recorriendo la ciudad de manera desordenada, de un punto a otro, llevando en sus mentes mil planes diversos para acabar el día y mil rutas diferentes para tomar, para invadir un poco la ciudad; todo eso le da cierto toque cosmopolita al ambiente pese a que la población local posee casi por completo el comportamiento de los alemanes.  Quizá eso explica también el hecho de que Zurich me hubiese parecido una ciudad distante, extremadamente fría.


Pero no solo fue una prometedora noche de Sábado la que definió a la ciudad en mi cabeza; Zurich también fue el cielo oscuro y la neblina intensa del domingo en la mañana en que me fui, las calles desiertas y el frío clima, no molesto, pero si incomodo porque lo sentí como una barrera de la ciudad hacia mí.  Quizá todo sea producto de mi curiosa percepción de lo alemán, la cual se hizo latente cuando llegué a Gstaad. 

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