lunes, 8 de septiembre de 2008

Confesiones III

El Amor y yo

Siempre hay uno que ama, decía Hercules Poirot, y uno que se deja amar. A eso habría que agregarle que cuando el que ama ha dejado ver cuál es su papel, está perdido. Porque nada horroriza mas al que se deja amar que saberse omnipotente y entender que no hay límites a sus deseos, entender que ya no habrá misterio ni secretos, que no queda ya nada por descubrir. El camino que le queda se sinteiza en una palabra: aburrimiento.
Algunos creen que habría que amar en la medida en la que la otra persona lo hace, lo cual lleva a problemas prácticos que no son compatibles con algo tan metafísico como el amor : éste no se puede dosificar en 30 gramos para entregar cada día.
Habría que crear una medida para el amor y así no quedaría una respuesta vacía ante la pregunta de cuánto se quiere, para poder decir " Hoy te amo 80 amorlitos" u "80 erogramos". Pero eso también nos llevaría a dilemas insuperables, porque ¿está el amor hecho de aire? ¿o es líquido?.
Hay otros, por supuesto, que dicen (¿saben?) que el amor no existe. Quizá, y esto es lo más probable, solo hay gente que abusa de él y repite su nombre hasta gastarlo.."¿Porqué dicen amor cuando quieren decir sexo?" se preguntaba Groucho Marx; gente que confunde todo perpetuamente con sensaciones disímiles: tristeza, risa, lágrimas, ternura, euforia, orgullo (El orgullo es un sustituto perfecto del amor, su hermano gemelo), celos ... dicen, en sus arrebatos más cursis y sensibles, "Encontré el amor" o " el amor llegó a mi vida", pero su realidad se resume en una frase alterada de Sartre, "¿amor?¿Se habrá ocupado el amor alguna vez de ellos? ".

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