“He participado activamente en la creación de cada momento de ésta vida”
La vida es frágil; cualquier ejercicio de voluntad puede destruirla. Su vulnerabilidad sobrepasa el acto físico de vivir: Cualquier plan, cualquier deseo, construido como si así fuese decidido para siempre, está cimentado en premisas imperceptibles y volubles cuya explicación escapa al entendimiento del hombre; La vida se desarrolla impulsada por fuerzas inestables por naturaleza, impermanentes como todo el Universo. No puede haber calma en el Statu Quo. La disonancia entre el orden estable y metódico que un hombre aspire a darle a su vida y aquél aparente caos que rige y es la esencia de todo lo que existe constituye la base del conflicto de la psique humana.
“Comer, Rezar, Amar” (2010) es una película basada en el libro del mismo nombre (2006) que recrea de manera novelada las memorias de una persona al adquirir conciencia de ese conflicto. La historia describe la reacción de una mujer, Casada y de 35 años, cuando llega a un punto de quiebre sin aparente causa, frente a todas las circunstancias que conforman su agraciada existencia.
La trama está llena de palabras casuales y frases sueltas que aparecen a lo largo de la película como una extensa oración. El momento, sin embargo, de mayor vértigo se puede sentir al inicio de la historia cuando en la mente del personaje se van alineando todos los elementos de un plan sin estrategias ni expectativas que se asemeja más a un escape desordenado de algo.
“Tomé Una Decisión”
La libertad da vértigo; Jean Paul Sartre profundizó en esa idea en múltiples ensayos y en particular en aquél llamado “El Existencialismo es un Humanismo”; la conclusión de su razonamiento se dio cuando sentenció que el Hombre está condenado a ser libre. Y ese es al mismo tiempo el problema y la solución al conflicto inicialmente planteado dentro de la mente humana: la voluntad como liberadora del hombre; es curioso que en esa idea coincidan pensamientos tan diferentes como el Marxismo (Voluntad y autoconciencia), Nietszche y el Budismo.
Desde el principio de la película la voluntad se revela como único medio para romper un ciclo, un hábito, si se quiere. A lo largo de la historia de la filosofía y del arte ésta verdad se presenta de manera tan abrumadora que es precisamente la facilidad con la que puede ejercerse, lo que aterra. “Estoy solo – escribiría Sartre en La Náusea – solo y libre; pero esta libertad se parece un poco a la muerte”. Después de un instante determinado, tomada la decisión, no hay vuelta atrás.
“Saben de entretenimiento, pero no saben de placer”
La técnica de meditación Vipassana tiene como objetivo aprender a observar; a diferencia de lo que muchas personas practican, no busca un estado de relajación ni pensar en los problemas propios bajo el aura del silencio; simplemente observar lo que pasa, sin juicios ni análisis. Ver.
Lo curioso es que cuando la mente finalmente renuncia su estado de permanente agitación, el mundo se aparece como algo inexplorado y nuevo; un mundo hecho de detalles que jamás han sido observados y que constituyen la esencia del placer de existir: La atención consciente es un atributo poco practicado de la mente.
En algún punto de la historia se dice que los Italianos disfrutan del placer de no hacer nada, asocio esta idea con lo planteado por la meditación Vipassana; no hacer nada significa en últimas, sentir, dejarse llevar, un trabajo difícil porque plantea precisamente un desafío a la mente y obligarla a callar para deleitarse con sensaciones externas sin emitir análisis u opiniones. Implica el mayor esfuerzo de todos: hacer nada.
“
En busca de una palabra”
Ya había yo jugado en el pasado a definir ciudades usando una sola palabra; Paris is Sexy, Rome is Hot; Londres sofisticada, New York Universal, Dubai una fantasía…por supuesto, la percepción depende de la experiencia en cada sitio, pero ante tantas variables y condicionantes para catalogar lugares, me quedo con lo único determinable para mí, es decir, lo que he experimentado.
Lo curioso de la historia es que atribuyan esta posibilidad de catalogar con palabras también a las personas. Considero difícil definir a un ser humano, aún con una frase o un ensayo, lo complejo de su psique escapa cualquier descripción, y mucho más el ser encerrado en una palabra.
No siento que yo sea el mismo cada día, y partiendo de mi experiencia creo que ocurre lo mismo a los demás; pero eso está bien. “No dude jamás en contradecirse. – escribió Michel Houellebecq - Bifurque, cambie de dirección tantas veces como sea necesario. No se esfuerce demasiado en tener una personalidad coherente: esa personalidad existe, le guste o no”
Usar una palabra para abarcar a una persona es caer en una sensibilidad ingenua, primitiva. Además, hay que tener cuidado con las palabras. A veces sirven para mentir, para engañar, y en ese sentido, para definir a alguien en términos de lo que quiere o debería ser, no de lo que es.
“La ruina es un regalo; la ruina es un camino a la transformación”
Después del vértigo y las lágrimas, el final, feliz, sigue las reglas de las historias que todos quieren ver y leer. El personaje comió, meditó y justo al final de la historia, amó.
Me queda la curiosidad de saber cómo evoluciona su vida después del fin que fue presentado; alguna vez volvió a discutir con su nuevo amor?, escapó otra vez o se resignó? Perdió la inspiración en algún momento en medio de los hábitos cotidianos?. Tengo razones para sentirme inquieto; después de todo, Orson Welles fue claro cuando dijo que un final feliz solo depende del punto en que se deje de narrar la historia.