martes, 4 de septiembre de 2012

Grey Gardens: "They can get you for almost anything"




"¿When are you gonna learn, Edie ? You're in this world, ¿you know? You're not out of the world."

La historia es como un poema largo y melancólico; se ancla al pasado y oscila permanentemente entre la decadencia y la fantasia.  Algo cercano a la belleza se desprende de ella: me resulta tan exquisita, que no debería haber ocurrido en la vida real; debería haber sido un sueño en la mente de alguien, o una novela sin terminar.

La historia de Edith Bouvier y su octogenaria Madre, prima y tía de Jacqueline Bouvier Kennedy Onassis, refugiadas durante más de dos décadas en las ruinas de la mansión familiar de Grey Gardens en East Hampton, rodeadas por 75 gatos y por toneladas de basura, salió a la luz por una circunstancia   más bien vulgar que involucraba a la oficina de Sanidad:  “Prima de Jackie Onassis: escándalo sanitario”, fue el titular más repetido en el otoño de 1971; en ese entonces, la prensa no ahorró palabras para describir las condiciones de higiene en las que vivían las familiares de la ex Primera Dama, y pese a que la relación de las dos mujeres con su famosa pariente había sido nula durante años, fue Jacqueline Kennedy quien pagó por la limpieza de la propiedad para callar a los periódicos.

En 1975 el documental Grey Gardens capturó el universo distante e irreal en el que se encerraban las dos mujeres; los diálogos, espontáneos, delirantes, conducen casi invariablemente, como todo lo que se inspira en la locura, a verdades inmaculadas y puras.

"- Edie: I'm gonna get out of here. - Mother:  Why do you want to get out ? Another place'd be much worse. - Edie: 'Cause I don't like it...Here. - Mother:  Any place will be much worse...Any place on earth. - Edie: Yeah, but I like freedom. - Mother: Well, you can't get it, darling.  You're being supported...You can't get any freedom, when you're being supported.- Edie: Yeah; but...You can't ? - Mother: No; you can't."

La conversación de las dos damas continuaba siendo, contra todo pronóstico, serena y elegante, y se desarrollaba en medio del caos alrededor; Ellen Hovdes, una de las realizadoras del documental, las describió como "Una extraña combinación de locura y aristocracia"; y de hecho, escucharlas es como recordar un cuento de Borges en el que el veredicto de un juicio es encargado al arbitrio de un loco: "de un loco -escribió el argentino- para que la sabiduría de Dios hablara por su boca y avergonzara las soberbias humanas".

Grey Gardens en su mejor época

Las vidas de Edith, conocida como Edie, y su madre, big Edie, habían transcurrido siempre entre la comodidad de Park Avenue y la casa de verano en los Hamptons; los jardines de la mansión de Grey Gardens, una construcción gótica de 28 habitaciones llamada así en honor a ellos, eran objeto de admiración de la sociedad neoyorkina, así como lo era, hacia los años treinta, la belleza de Edie; socialité, modelo de revistas a los 17 años, perseguida por los solteros más perseguidos (es decir, los más ricos) de aquéllas décadas, Edie solo lamentó hasta el final de sus días el no haberse casado con Joseph Kennedy, el hijo mayor de la famosa familia, con quién dijo haber estado comprometida en matrimonio hasta el día en que murió, combatiendo durante la segunda guerra mundial.

Little Edie, hacia los años 30

Big Edie, por su parte, pasaba sus días reviviendo los truncados sueños juveniles de ser cantante, convirtiéndolos poco a poco en su realidad: buscaba clubes nocturnos en donde la dejaran cantar, y al matrimonio de su hijo mayor, asistió vestida de cantante de ópera.  No parece probable sin embargo que la sociedad neoyorkina la hubiese censurado en su momento; las extravagancias le estaban permitidas porque se justificaban con dinero, y el dinero protegía a madre hija de escándalos, de ataques directos, de todos los males de este mundo. La suerte acompañaba a las Bouvier en aquélla época, y entonces, como en las tragedias que escribían los griegos, ante la belleza de las fortunas familiares, de las páginas de revista y de la vida en el upper east side, el sino perverso del destino apareció y, antes de que pudieran suspirar, les demostró lo fragil de las convenciones sobre las cuales está construido el mundo.

En cuestión de meses la madre de Edie fue abandonada por su acaudalado esposo, que cumplió con el sagrado ritual de buscar a alguien mas joven, y fue desheredada por su acaudalado padre, irritado ya por su comportamiento errático y exótico en una época en que la locura, más que enfermedad, era una excentricidad dificil de tolerar.


 Mother: You know, they can get you, in East Hampton for wearing red shoes on a Thursday... and all that sort of things.-  Edie: I don't know whether you know that. I mean, ¿ do you know that ?-  Mother: ... They can get you for almost anything."
Big Edie se fue a vivir a Grey Gardens, y permaneció allí varios años hasta que logró convencer a su hija, ya de 36 años, para que la fuera a acompañar.  Edie la visitó, se horrorizó por el estado de descuido y suciedad de la mansión y se prometió a si misma recuperarle el esplendor perdido; pasaron los meses, y luego los años, y, como en la novela de la que hablaba al principio, sin darse cuenta, Edie pasó a ser uno de los personajes de la historia, con su madre, y los 75 gatos.

"Well, you know where you got...being like that.  No husband; no babies; nothing."

Fue entonces cuando ocurrió el incidente con la oficina de sanidad; y fue entonces cuando un equipo de documentalistas, hechizados por la historia surreal de las Bouvier, se apareció en Grey Gardens dispuestos a registrar su vida diaria.  Es difícil determinar hasta que punto las dos mujeres se habían divorciado de la realidad, lo cierto es que esa ruptura produce cierta admiración: vivían como si su vida fuese un sueño en el que ambas se refugiaban obstinadamente para negar la realidad hasta reducirla a nada. Veo a Edie, y pienso "está loca", como Blanche Dubois, "está loca", viviendo su sueño, soñando su vida, como Borges (de nuevo Borges) que se obsesionó con una moneda, con el Zahir: “Otros soñarán que yo estoy loco, -escribió- yo soñaré con el Zahir; cuando todos los hombres de la tierra piensen dia y noche en el Zahir ¿cuál será el sueño y cuál la realidad’?

It s very difficult to keep the line between the past and the present…¿do you know what I mean?  ... Awfully difficult..” 

Grey Gardens en VOGUE
De cualquier forma, el estilo delirante e irreal de Grey Gardens quedó registrado en aquél excelente documental que constituye por si mismo una pequeña joya e inspiró múltiples tendencias; el recuerdo de las dos excéntricas mujeres ha incluído una obra de teatro muy famosa y una recreación del documental original, en 2010, con Jessica Lange y Drew Barrymore.

Pero lo más interesante de la tendencia Grey Gardens fue el efecto que Edie produjo sobre los diseñadores más famosos del mundo;  "turbantes, manteles amarrados con alfileres, faldas llevadas de manera inversa, chalecos de atrás para delante y trajes de baño combinados con tacos altos, son algunos de los “vanguardistas outfits” llevados por Edith".  Calvin Klein declaró que en algún momento estuvo influenciado por el extraño sentido de lo fashion que tenía Edie y Harpers Bazaar publicó un especial de moda en 1997 completamente inspirado en ella.  Durante la primera década del Milenio, John Galliano y Prada hicieron lo propio.

Grey Gardens y Galliano
En el obituario de Edie, en 2002, The Guardian afirmó que "Little Edie mantuvo un fuerte sentido de la moda, tan singular como su mundo".  También relata que después de la muerte de su madre, abandonó Grey Gardens, se mudó a Manhattan, actuó en cabarets, cantando y contando historias de su extraña vida  y acabó sus días en un apartamento en Bal Harbour, Florida,  "al parecer - indicó el diario - no había tenido un gato en cinco años."  Lo que no cuenta el obituario es que pasaron cinco días antes de que el cuerpo de Edie fuese descubierto en su apartamento; un final algo meláncolico, sórdido y, lo repito, poético, que no contrasta en nada con una vida tan particular:  quizá era el elemento que le falta a esa novela sin terminar, el hecho improbable, casi irreal que evitó, hasta el final, que la historia hubiese caído en lo vulgar.

jueves, 29 de marzo de 2012

Immaterial Money


I reflected that there is nothing less material than money, since any coin(a twenty centavo piece, for instance) is, in truth, a panoply of all possible futures.  Money is abstract, I said over and over, money is future time.  It can be an evening just outside the city, or a Brahms melody, or maps, or chess, or coffee, or the words of Epictetus, which teach the contempt of gold; it is a Proteus more changeable than the Proteus of the Isle of Pharos.  It is unforeseeable time, Bergsonian time, not the hard, solid time of Islam or the Portico.

The Zahir
Jorge Luis Borges

martes, 13 de diciembre de 2011

No Feelings




The feelings I don't have I don't have. The feelings I don't have, I won't say I have. The felings you say you have, you don't have. The feelings you would like us both to have, we   neither of us have. The feelings people ought to have, they never have. If people say they've got feelings, you may be pretty  sure they haven't got them So if you want either of us to feel anything at all you'd better abandon all idea of feelings altogether

D.H Lawerence

sábado, 15 de octubre de 2011

Animula Vagula


Tengo frío; mantengo mis manos dentro de mi abrigo y vuelvo a fantasear con el verano como lo he hecho desde que desperté. La estación de metro está lejos, al menos eso siento mientras camino. Quisiera llegar, quisiera estar allá; nunca he sido amigo del proceso sino del resultado, pensar que detrás de éste se esconden innumerables, pequeños y tediosos actos me hace sentir cansado. “1,2,3” los hábitos son lo único que existe, habría que escapar de ellos, habría que besar como la pareja que estoy mirando, habría que gritar como la mujer que se asoma al balcón, tendría que hacer algo más efectivo que caminar más rápido y dejar de pensar.

Me subo al tren en Fontana. Me sorprende entender que en pocos minutos estaré en otro punto diferente del que ocupo ahora, que mi cuerpo se dezplazará por el espacio, volverá, se irá y regresará infinitas veces a través de los mismos puntos. “Animula Vagula …blandula” me digo. Vagula y blandula, el eco de las palabras se repite en mi cabeza cuando recuerdo el poema del Emperador Adriano antes de morir, y me conmueve la idea de asociar la conciencia de mortalidad y resignación envuelta en él, con la perspectiva de grandeza del Hombre que lo escribió "Animula Vagula, blandula...alma errante y blanda" ¿pensó Adriano alguna vez en Antinoo mientras escribía el poema?.

Imagino a Marguerite Yourcenar encerrada en el estudio de su casa en los Estados Unidos, esfórzandose en novelar la biografía del Emperador, jugando a pensar como los hombres de dos mil años atrás en un continente más lejano de América por la historia que por la distancia y convirtiéndose en otro personaje de su novela, ella que amó mas a Antinoo de lo que el mismo Emperador pareció hacerlo, "Un hombre que lee, que piensa y que calcula - escribió en sus memorias de Adriano - pertenece a la especie y no al sexo. En sus mejores momentos llega a escapar a lo humano"; una frase sublime que vinculo más con Marguerite que con Adriano.

El hombre de rasgos orientales sentado al lado mio me hace recordar que también fue ella quien escribió "Mishima o la visión del vacío" sobre el Escritor Japonés que se suicidó. Pienso: Mishima se suicidó; "Quae nunc abibis in loca...¿ en dónde habitarás ahora?". Lo hizo de acuerdo al antiguo ritual Samurai, clavandose una espada que removió por todo su vientre para prolongar el dolor. Pienso, como si mi mente fuese una extensión de Wikipedia: " Mishima, escritor Japonés que escribió Confesiones de una máscara y se suicidó" y "Adriano, Emperador Romano que murió" "Antinoo...murió: se suicidó" "Marguerite Yourcenar...muerta". Animula Vagula, Blandula ... Pallidula, Rigida, Nudula .

Siento que mi mente va más rápido que todo alrededor; mil pensamientos por Segundo, mil pensamientos desarrollados en una eternidad y el tren solo ha recorrido dos estaciones; pienso “El mundo está más lento hoy”. Pero lo comprendo, suele suceder; tengo claro que las cosas y yo nos movemos a distinta velocidad. La voz dice "Passeig de gracia", he llegado. Es tarde, lo sé: no quiero remediarlo; no podría correr, no me importa llegar, el mundo está muy lento hoy. Eventualmente llegaré. Pero siento rabia por mi impotencia para disponer de mis horas…¿Adónde se va el tiempo? ¿ Porqué se mueve más rápido que yo?

Pero que frío tan insoportable tengo. Lo siento dentro y fuera de mi cuerpo, mis manos duelen mientras cruzo la Gran Vía por el paseo de Gràcia. No tengo ganas de estar ahí, no deseo ir a donde voy, ni a ningún otro sitio. Desearía, sencillamente, no tener que existir los domingos, desaparecer el sábado y regresar el lunes a mediodia. Además me irrita algo el ver a tanta gente a mi alrededor; pero no me incomoda su presencia fisica, lo que me asusta son sus pensamientos. Pasan, miran y juzgan, les basta dos segundos para ponerle nombre a las cosas; si los dejan, penetran en tu mente hasta descubrir los pensamientos más profundos, y cuando se equivocan vuelven a juzgar otra vez. Pienso que por el momento, me he vuelto un poco misántropo. "por el momento" me repito. Mañana, todo puede cambiar; desearía ser dueño de mis caprichos.

Finalmente llego al café en la plaza Catalunya y X me está esperando con una sonrisa cándida que no le sienta bien, pero la hace parecer inofensiva. Después de todo, no parece tan mala la idea de haber ido, solo me queda relajarme y dejarme llevar por el momento, no mirar el reloj, aunque no me he sentado y ya me quiero ir, y empiezo nuevamente a fantasear con estar en otra parte antes de haber llegado del todo a esa en la que estoy, soy conciente de ello y solo puedo preguntarme un poco ansioso y agotado si aquélla sensación no se acabará nunca.

De repente me siento obligado a involucrarme en la conversación; al menos fingir que despierta mi atención. Dice algo de la vida y la felicidad, aunque no entiendo cómo llegó a eso; no se cómo se las ingenia para hablarme siempre de todas esas premisas de los manuales de autoayuda y la pseudo-filosofía sin que yo lo vea venir. Está hablando de sus amigas que han cambiado y ya no la llaman como antes: "(...) creo en el libre albedrío y las cosas serán lo que tienen que ser por eso me gusta amar el día (…)". libre albedrío, una idea y expresión muy compleja al alcance todas las bocas ¿porqué la gente habla tanta basura?, al parecer no ha terminado "(...) pues puede ser que a la mañana siguiente las circunstancias hayan cambiado. La vida es un conjunto de encuentros y despedidas, la vida es un puente: pasa por él pero no construyas en él tu morada (…)"

No sé qué decir; me quedaría callado pero la última frase me ha atropellado tanto que algo parecido al aburrimiento ha caído sobre mí y necesito quitarmelo de encima y dejarlo ahí en esa mesa, no llevarmelo a la casa. ¡ Dios ! que se vaya este frío de mi cabeza, ¿Porqué no ocurre algo ahora mismo? porque no aparece una nave espacial sobre las ramblas y me rapta, aquí en medio de todos.

"Básicamente - le digo - descubres que nadie te quiere y la siguiente opción es quererte ti misma." Cuando lo recuerdo siento lástima, no debí ser tan duro, pero estaba contra la pared, me había fastidiado y tenia rabia conmigo por haber aceptado verla. Sin embargo no hago bien en sentir compasión: soy un Misántropo. Su Mirada adquiere ese toque diabólico que no le sienta bien y sonríe; va a decir algo irónico e hiriente: "Me gustas porque no tienes sentimientos".

Mentira. Le gusto porque nunca hablo de mi, me quedo callado y escucho, me aburro en silencio con historias estúpidas e intrascendetes que no valen la energía empleada en contarlas, pero las escucho porque me evitan pensar en las mías. No se cómo me las arreglo para dar por terminado el café y me dirijo al metro otra vez, feliz por el deber cumplido, ansioso por aislarme de tantos humanos andantes.

Llego a casa, B está borracha y mi cabeza quiere estallar. Mi único deseo sincero de todo el día, ha sido el poder quedarme dormido; se que eso no ocurrirá pronto, que aún debo lidiar con los avances de una mujer ebria y loca en su fase maníaca. A las 3 A.M logro quedarme solo en mi habitación, pero antes de viajar por los umbrales de la conciencia, con los ojos cerrados, pienso por última vez en Adriano, en Antinoo, en Yourcenar, en Mishima, en X, en la gente del Metro y del paseo de Gràcia, y pienso que quizá fueron y fuimos todos los personajes de una novela, y que cada alma, vagula, blandula, fue solo una idea en la mente de alguien. Sonrío levemente mientras me sumerjo en el sueño; pero aún tengo frío.

viernes, 19 de agosto de 2011

Laberintos



"Ni una arena soñada puede matarme, ni hay sueños que estén dentro de sueños"
La Escritura de Dios, El Aleph
Jorge Luis Borges

sábado, 6 de agosto de 2011

Las Palabras IV


IV

Esta noche hay tantas palabras que quieren fluir, quieren decir yo, ella, vida, quieren decirlo todo al mismo tiempo pero no nacen, se ahogan en mi mente.
Fue por eso que empecé a escribir, para ayudarlas a salir; ahora sobrevivo en ellas, naufrago en ellas. No puedo alcanzar ese efecto mágico que antes desprendían pero me basta con que existan: las palabras me protegen momentáneamente del fin.
Y acá está otra vez, algo oscuro penetra en esta habitación; no puedo verlo ni oírlo, pero siento su presencia alrededor mío, acechando como si jugara a tocarme sin hacerlo, divirtiéndose al sentir mi sangre correr aceleradamente por las venas, esperando con paciencia el momento de atacar.
La presencia llega como una enfermedad que le quita fuerza a mi cuerpo, se apodera de la materia, la invade y se queda viva en mí, apagándome, acomodándose en algún lugar adentro.
Escribía para ignorarla, para enfrentarla, para distraerme de ella, todo al mismo tiempo. Escribía porque no quería quedarme solo de nuevo frente a ella. Aún podría huir, pero ya conozco su juego; yo la olvidaría durante pequeños fragmentos de tiempo y una noche en la calle o en mi cama, cuando me crea libre, la sentiré acercándose y empezaremos a luchar de nuevo. Ya nada de eso tiene sentido, no quiero correr ni ocultarme, prefiero quedarme quieto y no precipitar el acontecimiento que me espera.
Se que mi tiempo se agota. Las ráfagas de aire me recorren y susurran “no tengas miedo”, Pero yo no tengo miedo.
La presencia que lo inunda todo me espera, está aquí al lado mío, está allá en la oscuridad, se mezcla en el aire, me lo quita, me asfixia. No tiene forma pero vive, no se muestra. Está Detrás de mí. Si la ignoro, ¿será posible que desaparezca?
No quiero ver nada, no quiero sentirla más. ¡La presencia me tiene! Yo solo tengo mis palabras.

domingo, 12 de junio de 2011

Meditaciones en Wall Street




Hay algo frío e impersonal en esta calle que me produce atracción. Las doradas, brillantes letras del New York Stock Exchange en el edificio que la alberga contrastan con el gris del cielo, que parece eterno en esa calle. He estado en ella cada una de las estaciones del año y la casualidad de las cosas ha hecho que se me presente siempre bajo el mismo escenario, como si fuera el único sector de New York que nunca cambia. Siempre un gris distante que lo cubre todo, siempre un viento frío alrededor, siempre una lluvia leve, y siempre esas resplandecientes letras que dicen dónde estás sin invitarte a entrar en ellas.


En esta ocasión, a los destellos de ese nombre se unen los destellos de las cámaras fotográficas de una decena de periodistas al final de la calle, a la caza del más nuevo y controvertido vecino del lugar. Dominique Strauss Kahn no se atrevería a asomarse a la ventana mientras el circo que hay afuera no desaparezca; miro su edificio, pienso en él, enseguida pienso que no existe lugar más apropiado para aquél hombre que Wall Street para estar detenido; mi mente va más lejos aún y trata de remontarse a un Sábado en la tarde en una habitación de Manhattan en la que su vida pública cambió.

Algo fascinante acerca de los acontecimientos privados es que nunca se llega a saber con claridad cómo ocurrieron, cuál es la verdad encerrada en ellos; solo unas pocas personas, las que participaron en ellos, saben en realidad el curso de los acontecimientos, pero sus declaraciones, sus recuerdos, sus impresiones, sirven siempre para confundir aún más la historia y afianzar el misterio que muy pocas veces la abandona.


Independientemente de cuál es la realidad de la historia, no puedo evitar pensar en Dominique Stauss Kahn con una especie de angustia vital; cuándo está solo, en la oscuridad y en silencio, ¿pensará como aquél personaje de Sartre? "si no lo hubiese hecho, si pudiera no haberlo hecho, si pudiera no ser cierto"...¿Sentirá que los muros de la ciudad se elevan a su alrededor para cercarlo y amenazan caer sobre él?...Pensará que todo hubiese sido diferente si hubiese ido a otro Hotel, si no hubiese ido a New York, si no hubiese salido a la 1 P.M sino a las 11 A.M. Un millón de detalles para escoger, para cambiar, y la vida sería diferente. Pero no. Es esta su realidad: una prisión en Wall Street. Las especulaciones no tienen efecto más que en la imaginación, lo hecho, hecho está.