martes, 13 de diciembre de 2011

No Feelings




The feelings I don't have I don't have. The feelings I don't have, I won't say I have. The felings you say you have, you don't have. The feelings you would like us both to have, we   neither of us have. The feelings people ought to have, they never have. If people say they've got feelings, you may be pretty  sure they haven't got them So if you want either of us to feel anything at all you'd better abandon all idea of feelings altogether

D.H Lawerence

sábado, 15 de octubre de 2011

Animula Vagula


Tengo frío; mantengo mis manos dentro de mi abrigo y vuelvo a fantasear con el verano como lo he hecho desde que desperté. La estación de metro está lejos, al menos eso siento mientras camino. Quisiera llegar, quisiera estar allá; nunca he sido amigo del proceso sino del resultado, pensar que detrás de éste se esconden innumerables, pequeños y tediosos actos me hace sentir cansado. “1,2,3” los hábitos son lo único que existe, habría que escapar de ellos, habría que besar como la pareja que estoy mirando, habría que gritar como la mujer que se asoma al balcón, tendría que hacer algo más efectivo que caminar más rápido y dejar de pensar.

Me subo al tren en Fontana. Me sorprende entender que en pocos minutos estaré en otro punto diferente del que ocupo ahora, que mi cuerpo se dezplazará por el espacio, volverá, se irá y regresará infinitas veces a través de los mismos puntos. “Animula Vagula …blandula” me digo. Vagula y blandula, el eco de las palabras se repite en mi cabeza cuando recuerdo el poema del Emperador Adriano antes de morir, y me conmueve la idea de asociar la conciencia de mortalidad y resignación envuelta en él, con la perspectiva de grandeza del Hombre que lo escribió "Animula Vagula, blandula...alma errante y blanda" ¿pensó Adriano alguna vez en Antinoo mientras escribía el poema?.

Imagino a Marguerite Yourcenar encerrada en el estudio de su casa en los Estados Unidos, esfórzandose en novelar la biografía del Emperador, jugando a pensar como los hombres de dos mil años atrás en un continente más lejano de América por la historia que por la distancia y convirtiéndose en otro personaje de su novela, ella que amó mas a Antinoo de lo que el mismo Emperador pareció hacerlo, "Un hombre que lee, que piensa y que calcula - escribió en sus memorias de Adriano - pertenece a la especie y no al sexo. En sus mejores momentos llega a escapar a lo humano"; una frase sublime que vinculo más con Marguerite que con Adriano.

El hombre de rasgos orientales sentado al lado mio me hace recordar que también fue ella quien escribió "Mishima o la visión del vacío" sobre el Escritor Japonés que se suicidó. Pienso: Mishima se suicidó; "Quae nunc abibis in loca...¿ en dónde habitarás ahora?". Lo hizo de acuerdo al antiguo ritual Samurai, clavandose una espada que removió por todo su vientre para prolongar el dolor. Pienso, como si mi mente fuese una extensión de Wikipedia: " Mishima, escritor Japonés que escribió Confesiones de una máscara y se suicidó" y "Adriano, Emperador Romano que murió" "Antinoo...murió: se suicidó" "Marguerite Yourcenar...muerta". Animula Vagula, Blandula ... Pallidula, Rigida, Nudula .

Siento que mi mente va más rápido que todo alrededor; mil pensamientos por Segundo, mil pensamientos desarrollados en una eternidad y el tren solo ha recorrido dos estaciones; pienso “El mundo está más lento hoy”. Pero lo comprendo, suele suceder; tengo claro que las cosas y yo nos movemos a distinta velocidad. La voz dice "Passeig de gracia", he llegado. Es tarde, lo sé: no quiero remediarlo; no podría correr, no me importa llegar, el mundo está muy lento hoy. Eventualmente llegaré. Pero siento rabia por mi impotencia para disponer de mis horas…¿Adónde se va el tiempo? ¿ Porqué se mueve más rápido que yo?

Pero que frío tan insoportable tengo. Lo siento dentro y fuera de mi cuerpo, mis manos duelen mientras cruzo la Gran Vía por el paseo de Gràcia. No tengo ganas de estar ahí, no deseo ir a donde voy, ni a ningún otro sitio. Desearía, sencillamente, no tener que existir los domingos, desaparecer el sábado y regresar el lunes a mediodia. Además me irrita algo el ver a tanta gente a mi alrededor; pero no me incomoda su presencia fisica, lo que me asusta son sus pensamientos. Pasan, miran y juzgan, les basta dos segundos para ponerle nombre a las cosas; si los dejan, penetran en tu mente hasta descubrir los pensamientos más profundos, y cuando se equivocan vuelven a juzgar otra vez. Pienso que por el momento, me he vuelto un poco misántropo. "por el momento" me repito. Mañana, todo puede cambiar; desearía ser dueño de mis caprichos.

Finalmente llego al café en la plaza Catalunya y X me está esperando con una sonrisa cándida que no le sienta bien, pero la hace parecer inofensiva. Después de todo, no parece tan mala la idea de haber ido, solo me queda relajarme y dejarme llevar por el momento, no mirar el reloj, aunque no me he sentado y ya me quiero ir, y empiezo nuevamente a fantasear con estar en otra parte antes de haber llegado del todo a esa en la que estoy, soy conciente de ello y solo puedo preguntarme un poco ansioso y agotado si aquélla sensación no se acabará nunca.

De repente me siento obligado a involucrarme en la conversación; al menos fingir que despierta mi atención. Dice algo de la vida y la felicidad, aunque no entiendo cómo llegó a eso; no se cómo se las ingenia para hablarme siempre de todas esas premisas de los manuales de autoayuda y la pseudo-filosofía sin que yo lo vea venir. Está hablando de sus amigas que han cambiado y ya no la llaman como antes: "(...) creo en el libre albedrío y las cosas serán lo que tienen que ser por eso me gusta amar el día (…)". libre albedrío, una idea y expresión muy compleja al alcance todas las bocas ¿porqué la gente habla tanta basura?, al parecer no ha terminado "(...) pues puede ser que a la mañana siguiente las circunstancias hayan cambiado. La vida es un conjunto de encuentros y despedidas, la vida es un puente: pasa por él pero no construyas en él tu morada (…)"

No sé qué decir; me quedaría callado pero la última frase me ha atropellado tanto que algo parecido al aburrimiento ha caído sobre mí y necesito quitarmelo de encima y dejarlo ahí en esa mesa, no llevarmelo a la casa. ¡ Dios ! que se vaya este frío de mi cabeza, ¿Porqué no ocurre algo ahora mismo? porque no aparece una nave espacial sobre las ramblas y me rapta, aquí en medio de todos.

"Básicamente - le digo - descubres que nadie te quiere y la siguiente opción es quererte ti misma." Cuando lo recuerdo siento lástima, no debí ser tan duro, pero estaba contra la pared, me había fastidiado y tenia rabia conmigo por haber aceptado verla. Sin embargo no hago bien en sentir compasión: soy un Misántropo. Su Mirada adquiere ese toque diabólico que no le sienta bien y sonríe; va a decir algo irónico e hiriente: "Me gustas porque no tienes sentimientos".

Mentira. Le gusto porque nunca hablo de mi, me quedo callado y escucho, me aburro en silencio con historias estúpidas e intrascendetes que no valen la energía empleada en contarlas, pero las escucho porque me evitan pensar en las mías. No se cómo me las arreglo para dar por terminado el café y me dirijo al metro otra vez, feliz por el deber cumplido, ansioso por aislarme de tantos humanos andantes.

Llego a casa, B está borracha y mi cabeza quiere estallar. Mi único deseo sincero de todo el día, ha sido el poder quedarme dormido; se que eso no ocurrirá pronto, que aún debo lidiar con los avances de una mujer ebria y loca en su fase maníaca. A las 3 A.M logro quedarme solo en mi habitación, pero antes de viajar por los umbrales de la conciencia, con los ojos cerrados, pienso por última vez en Adriano, en Antinoo, en Yourcenar, en Mishima, en X, en la gente del Metro y del paseo de Gràcia, y pienso que quizá fueron y fuimos todos los personajes de una novela, y que cada alma, vagula, blandula, fue solo una idea en la mente de alguien. Sonrío levemente mientras me sumerjo en el sueño; pero aún tengo frío.

viernes, 19 de agosto de 2011

Laberintos



"Ni una arena soñada puede matarme, ni hay sueños que estén dentro de sueños"
La Escritura de Dios, El Aleph
Jorge Luis Borges

sábado, 6 de agosto de 2011

Las Palabras IV


IV

Esta noche hay tantas palabras que quieren fluir, quieren decir yo, ella, vida, quieren decirlo todo al mismo tiempo pero no nacen, se ahogan en mi mente.
Fue por eso que empecé a escribir, para ayudarlas a salir; ahora sobrevivo en ellas, naufrago en ellas. No puedo alcanzar ese efecto mágico que antes desprendían pero me basta con que existan: las palabras me protegen momentáneamente del fin.
Y acá está otra vez, algo oscuro penetra en esta habitación; no puedo verlo ni oírlo, pero siento su presencia alrededor mío, acechando como si jugara a tocarme sin hacerlo, divirtiéndose al sentir mi sangre correr aceleradamente por las venas, esperando con paciencia el momento de atacar.
La presencia llega como una enfermedad que le quita fuerza a mi cuerpo, se apodera de la materia, la invade y se queda viva en mí, apagándome, acomodándose en algún lugar adentro.
Escribía para ignorarla, para enfrentarla, para distraerme de ella, todo al mismo tiempo. Escribía porque no quería quedarme solo de nuevo frente a ella. Aún podría huir, pero ya conozco su juego; yo la olvidaría durante pequeños fragmentos de tiempo y una noche en la calle o en mi cama, cuando me crea libre, la sentiré acercándose y empezaremos a luchar de nuevo. Ya nada de eso tiene sentido, no quiero correr ni ocultarme, prefiero quedarme quieto y no precipitar el acontecimiento que me espera.
Se que mi tiempo se agota. Las ráfagas de aire me recorren y susurran “no tengas miedo”, Pero yo no tengo miedo.
La presencia que lo inunda todo me espera, está aquí al lado mío, está allá en la oscuridad, se mezcla en el aire, me lo quita, me asfixia. No tiene forma pero vive, no se muestra. Está Detrás de mí. Si la ignoro, ¿será posible que desaparezca?
No quiero ver nada, no quiero sentirla más. ¡La presencia me tiene! Yo solo tengo mis palabras.

domingo, 12 de junio de 2011

Meditaciones en Wall Street




Hay algo frío e impersonal en esta calle que me produce atracción. Las doradas, brillantes letras del New York Stock Exchange en el edificio que la alberga contrastan con el gris del cielo, que parece eterno en esa calle. He estado en ella cada una de las estaciones del año y la casualidad de las cosas ha hecho que se me presente siempre bajo el mismo escenario, como si fuera el único sector de New York que nunca cambia. Siempre un gris distante que lo cubre todo, siempre un viento frío alrededor, siempre una lluvia leve, y siempre esas resplandecientes letras que dicen dónde estás sin invitarte a entrar en ellas.


En esta ocasión, a los destellos de ese nombre se unen los destellos de las cámaras fotográficas de una decena de periodistas al final de la calle, a la caza del más nuevo y controvertido vecino del lugar. Dominique Strauss Kahn no se atrevería a asomarse a la ventana mientras el circo que hay afuera no desaparezca; miro su edificio, pienso en él, enseguida pienso que no existe lugar más apropiado para aquél hombre que Wall Street para estar detenido; mi mente va más lejos aún y trata de remontarse a un Sábado en la tarde en una habitación de Manhattan en la que su vida pública cambió.

Algo fascinante acerca de los acontecimientos privados es que nunca se llega a saber con claridad cómo ocurrieron, cuál es la verdad encerrada en ellos; solo unas pocas personas, las que participaron en ellos, saben en realidad el curso de los acontecimientos, pero sus declaraciones, sus recuerdos, sus impresiones, sirven siempre para confundir aún más la historia y afianzar el misterio que muy pocas veces la abandona.


Independientemente de cuál es la realidad de la historia, no puedo evitar pensar en Dominique Stauss Kahn con una especie de angustia vital; cuándo está solo, en la oscuridad y en silencio, ¿pensará como aquél personaje de Sartre? "si no lo hubiese hecho, si pudiera no haberlo hecho, si pudiera no ser cierto"...¿Sentirá que los muros de la ciudad se elevan a su alrededor para cercarlo y amenazan caer sobre él?...Pensará que todo hubiese sido diferente si hubiese ido a otro Hotel, si no hubiese ido a New York, si no hubiese salido a la 1 P.M sino a las 11 A.M. Un millón de detalles para escoger, para cambiar, y la vida sería diferente. Pero no. Es esta su realidad: una prisión en Wall Street. Las especulaciones no tienen efecto más que en la imaginación, lo hecho, hecho está.

lunes, 6 de junio de 2011

On dreams and Death



"To die, to sleep; To sleep: perchance to dream"
Hamlet, William Shakespeare

Confesiones IV: El tiempo y Yo








Borges escribió que el pasado era la sustancia de la que el tiempo esta hecho; más apropiado sería decir que el tiempo es la sustancia de la que están hechas las cosas.

El tiempo no existe, repiten, el tiempo está en la mente, el tiempo es una percepción psicológica de la realidad. Mentiras que llegan al cerebro sin convicción, palabras que quieren ser creídas.

El tiempo si existe; es como la arena..se escurre ágil e imperceptible entre mis manos; es una ilusión tan bella que incluso lo disfruto mientras lo veo escapar. El tiempo es lineal, pero no tiene futuro. Como Borges ya lo dijo, solo existe el pasado; ni siquiera un presente que cesa instantáneamente hace parte de él.

El tiempo si existe; el tiempo se escapa; el tiempo era yo hace diez años cuando creía que no tenía tiempo. Si pudiese ser menos inflexible quizá podríamos reconciliarnos. Pero parece una batalla a muerte en la que yo pierdo: si pudiera pedir un deseo en el último momento, cuando ya todo esté acabado, pediría ser dueño del tiempo...Y entonces todo volvería a empezar; la vida nacerá de nuevo.